El Cine: Un muerto viviente condenado a dar tumbos

Hace un tiempo hablamos de videoclubs, esos sitios donde conocimos el mundo del cine, y en algunos casos, hasta videojuegos. Aunque hubo un boom en los 90, poco a poco pasaron a mejor vida, con la llegada de Internet, pasaron a un segundo plano, y poco a poco, se están convirtiendo en un resquicio del pasado casi extinguido.

En este artículo hablaremos de otro resquicio del pasado, los cines. Esos sitios donde íbamos a ver las últimas películas en una pantalla enorme con los amigos y para hacer algunas cosas con es@ chic@ que nos gustaba. Continue reading…

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…

He visto a personas cambiando juegos en los colegios para poder probar ese juego que no compramos en su momento. Incluso ponerse de acuerdo para poder comprar dos juegos diferentes, y poder disfrutarlos pagando sólo uno.

He visto a gente aprovechar juegos durante meses, quedarse atascado sin saber que hacer, jugar varias veces para conseguir pasarlo en menos tiempo, probar y probar varias formas de acabar con enemigos finales, y volver a pasarse juegos sólo por disfrutarlo.

He visto juegos que han sido recordados en los medios durante meses y meses, he podido ver sus anuncios y comentarios en revistas, leer reviews y guías, ver como ese juego seguía estando de moda.

He visto a jugadores criticar a la competencia por convicciones y sin interés de quedar bien con su empresa para sacar un dinero, o una copia promocional.

He visto juegos completos con principio, y final. Donde la historia completa estaba en el mismo juego, donde no había bugs que hacían el juego injugable, y donde sólo había que introducirlo en la consola para usarlo.

He visto expansiones de videojuegos que eran juegos nuevos basado en el juego original, algunos de ellos no necesitaban ni el original para funcionar.

He visto a personas jugar a videojuegos sin preguntarme que era el popping, clipping, antialiasing, filtrado anisotrópico, V-Sync… e incluso disfrutar de ellos sin estos efectos.

He visto videoclubs llenos de juegos para alquilar, tener que reservar un juego el jueves por la tarde y salir pronto por el, el mismo sábado. Ponerse a jugar el sábado y el domingo sin parar hasta pasarlo. Y que decir de las leyendas de que había sobre la hora y la fecha para devolverlo sin penalización.

He visto salones llenos de recreativas con juegos que luego se convertían en ports cutres para consola. Aunque sabíamos que las conversiones eran malas, nadie lo decía, porque la disfrutábamos igual, y porque tenía su encanto.

He visto hacer amigos mirando la cara, algunos recordamos que hay vida más allá de una pantalla, que jugar en una consola dos personas es algo más que una incomodidad, el tener que acercarte mucho porque la pantalla era tan pequeña que en pantalla compartida no se veía nada era una prueba de fuego… y que decir de los bocadillos de nocilla mientras tanto.

He visto pensar en los videojuegos como un hobby y no como en una inversión, hubo un tiempo donde no se arrasaban liquidaciones para revender, o donde se compraban y vendían juegos en base a su calidad o a los gustos, no a una lista de posibles rarezas.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

NOTA:

Texto basado en una escena de Blade Runner y pequeño homenaje a Constantino Romero.

Lo que no puede ser, no puede ser…

… y además es imposible. Este dicho que es muy conocido por donde vivo, puede ilustrar muy bien lo que ha pasado con al Ley Sinde-Wert en España. Una ley que bien se podría usar para ilustrar el desgobierno actual, y la forma de hacer las cosas por la casta.

Recordando y con una simple búsqueda en Google podemos ver que la ley Sinde-Wert fue aprobada por mandato de Estados Unidos, cosa que no está mal sino fuera por la bajada de pantalones general que hubo en el congreso. Una ley que era una estupidez, que no serviría para nada más que para asustar a algunas webs, una ley que se meaba en un papelito que es intocable, hasta que nos dicen que lo cambiemos a su antojo (hablo de la constitución), y sobre todo, que no tenía ningún apoyo social. Y eso sin contar los chanchullos de quien lo iban a firmar. Continue reading…